lunes, 17 de marzo de 2008

Creatividad y Liderazgo

Nuestra vida puede estar llena de momentos creativos, hagamos lo que hagamos, mientras seamos flexibles y estemos abiertos a nuevas posibilidades: dispuestos a ir más allá de la rutina. Consideremos las miles de caras de la creatividad:

-Ideas revolucionarias: como los trueques de deudas por tierras que salvan bosques tropicales al tiempo que ayudan a países empobrecidos, o la teoría de la relatividad, o el concepto de la energía genética.
-La expresión imaginativa de amor y compasión: “comedores sobre ruedas” que llevan comida a los inválidos, salas de parto improvisadas, la Colcha del Sida, la estrategia de Gandhi a protestar contra la injusticia por medio de la no violencia.
-Grandes visiones de esperanza y verdad que muestran el camino a otros: la Declaración de Derechos (acta de las 10 primeras enmiendas a la Constitución de Estados Unidos, aprobadas en 1971) y el Discurso de Gettysburg de Martin Luther King, que empezaba con las famosas palabras: “Yo tengo un sueño”.
-Ideas brillantes que te sacan de un apuro, como encontrar la manera de ampliar en un metro y medio el armario de tu dormitorio o como encontrar un momento del día para hacer ejercicio sin renunciar al resto de las cosas que debes –o te encanta- hacer.






Ya sean grandes o pequeños, cada uno de estos ejemplos apunta a la esencia de un acto creativo: uno es a la vez original y atinado. Una innovación es algo diferente de lo que se ha hecho antes... pero eso no basta: no puede ser simplemente extravagante o excéntrico.

Debe “funcionar”; para ser creativo, de algún modo debe ser apropiado, útil, valioso, significativo.

La expresión cotidiana de la creatividad a menudo adopta la forma de probar un nuevo enfoque con respecto a un dilema conocido. Dice la doctora Teresa Amabile, psicóloga de la Universidad Brandeis que investiga sobre la creatividad:

“En el trabajo, un gerente que se encuentra con una relación difícil entre dos empleados puede tener creatividad en la forma que maneje el problema. Puede lograr que esos empleados conversen las cosas desde una perspectiva nueva, o quizá poner a trabajar con los dos a una tercera persona, o idear un modo práctico de separarlos físicamente. No es un logro de creatividad que vaya a ganar un premio Nobel, pero es algo nuevo y sirve”.

(...)

Líder por naturaleza

Decir que una persona, por el hecho de tener facilidad para resolver problemas lógico–matemáticos (fuera de un contexto específico) es más inteligente que otra puede estar encubriendo una situación de discriminación. Pero justamente eso es lo que miden los tests de inteligencia que se aplican habitualmente.
Jorge Hambra, director de JOH Psicotecnia de la UBA, ejemplifica al respecto:

“Los parámetros de una cultura dominante como la occidental dicen que uno de sus ingenieros es más inteligente que un aborigen de África; sin embargo, es muy probable que si se lo pone a sobrevivir en las condiciones en que lo hace aquél, nuestro hombre no pueda lograrlo”.

Por eso ha ganado terreno la propuesta de trabajar con un concepto de inteligencia más adecuado al mundo actual, donde el éxito en el ámbito académico no predice necesariamente el mismo suceso en el mundo de los negocios. En tal sentido tiene bastante consenso la opinión de que la performance laboral de un individuo no puede deducirse de las calificaciones académicas que aparecen en los CV, por lo que éstos están siendo considerados cada día menos confiables para pronosticar los comportamientos concretos de las personas en el trabajo. Si bien las empresas no encuentran dificultades a la hora de pagar másters a sus recursos humanos estratégicos o contratar instructores, “lo que realmente les cuesta es conseguir gente que tenga actitudes gerenciales proactivas, comportamientos asertivos en la conducción de personas y en el manejo de conflictos”, dice Hambra.


No obstante, no basta con que sea sólo original y útil: una dimensión importante de la creatividad –en especial los esfuerzos que influyen en los demás y por los cuáles la gente se hace famosa- es el público.
El acto creativo tiene una dimensión social de importancia crucial.

Ser creativo significa que haces algo, que ante todo, es fuera de lo común, opina Howard Gardner, psicólogo evolutivo de la Universidad de Harvard. Pero también tiene bastante sentido, aunque se trate de algo poco acostumbrado, que los demás lo tomen en serio. Es decir, yo podría hablar estando cabeza abajo, y eso sería insólito pero, a menos que yo y otra gente encontráramos alguna utilidad a ese gesto, no podrían llamarme creativo por eso”.
“Sin embargo, si, digamos, en esa posición yo encontrara algún modo de transmitir el doble de información en la misma cantidad de tiempo y lograra que los otros la disfrutaran más, eso sería creativo. E incluso si fuera algo muy inusual, lograría popularidad porque es algo efectivo”.

En suma, la manera en que es recibido un esfuerzo creativo marca la diferencia. Sin embargo, puede argumentarse que una buena parte de la creatividad del mundo tiene lugar en forma anónima en momentos privados, solo por el mero placer que da, o por la alegría de utilizar el propio talento de maneras eficaces o hermosas. Un arreglo floral en la sala, un poema en un diario íntimo o un barco en escala construido con ingenio puede expresar creatividad y no contar nunca con más público que su creador.

Pero para acto de creatividad destinado a hacer un impacto más grande es necesario de que haya un público apropiado. En la física de alto nivel ese público consiste en unas docenas de pares científicos; en la pintura podría ser una cantidad variable de dueños de galerías de arte, críticos y aficionados al arte. Las opiniones de estos públicos cuentan mucho más en la evaluación de la creatividad que las de millones de otras personas que no poseen experiencia alguna en el campo en cuestión. Desde luego, esto no significa que los críticos sean el árbitro último de un acto de creatividad. Por ejemplo los críticos “sofisticados” de la época vituperaron a muchos de los más grandes pintores, incluidos Monet y Van Gogh.

En verdad, muchas de las personas más creativas del mundo han debido pasar años consagrados con afán a su trabajo en solitaria vigilia, acosados por personas que se oponían a ellas con actitudes negativas. Virtualmente ninguno de los grandes hombres y mujeres cuyo impulso creativo ha transformado la disciplina en que trabajaban conoció la aceptación de los demás desde el principio. La mayoría sufrió ataques, pero en el fondo de su corazón sabían que aún así iban por buen camino.

Los esfuerzos creativos que “prenden” en un ámbito dado deben resultar persuasivos para los demás. En opinión del profesor Dean Simonton, esta dimensión social torna la creatividad comparable al liderazgo:

“Un líder de éxito capaz de persuadir a la gente de que cambie sus ideas o su comportamiento.
Un creador de éxito es alguien que brinda a otras personas una manera diferente de ver el mundo”.

“Puede ser una manera diferente de sentir el mundo si se trata de creatividad en las artes, como en la poesía o en la pintura, o una manera diferente de entender el mundo si es en las ciencias –agrega Simonton-. Pero en cualquier caso la creatividad no es algo que esté por entero dentro del individuo; implica también alcanzar a otras personas. Es un hecho social, no sólo psicológico.

La creatividad no es algo que uno mantenga guardado en un armario; surge a la existencia durante el proceso de relacionarse con los demás.

Conductores se buscan

“Se necesitan personas que tengan desarrollada la capacidad de evaluar riesgos y tomar decisiones, que sepan conducir, pero también integrar equipos de trabajo, que no aplasten a sus subordinados, sino que potencien las capacidades de estos para lograr productividad y satisfacción. Y, además, que sean consecuentes con el seguimiento de los procesos para asegurar el alcance de las metas”...
Según Hambra, uno de los principales déficit de las organizaciones es la incapacidad para gerenciar; esto es, para alcanzar metas a través de la conducción de RRHH: un gerente que no alcanza metas es un gerente de baja calidad.

Y para los que sí las alcanzan hay tres escenarios posibles una vez que se logran los objetivos:
- El personal queda resentido y enojado.
- El personal termina exhausto aunque no resentido.
- El personal manifiesta sentimientos de logro y pertenencia que lo predisponen a asumir nuevos desafíos.

Queda claro que la última es la mejor opción y los resultados dependen del tipo de gerente que esté a cargo de la conducción de ese equipo.
Lo que diferencia entre sí a estos conductores es lo que Hambra llama “inteligencia gerencial”, basándose en autores como Howard Gardner, Robert Stenberg y Daniel Goleman.

En resumen: Es fácil conseguir aptitud técnica, pero lo que no se consigue de igual forma es actitud, ya que este rasgo depende de los contenidos de los modelos mentales de las personas.

Algunas de las habilidades inespecíficas tienen que ver con la capacidad de:

Fijar fines: un capitán que no sabe adónde va, tiene pocas probabilidades de llevar su nave a buen puerto. Para lograrlo se requiere una combinación de visión y perseverancia para que la problemática diaria no desvirtúe las metas.
Planificación: para imaginar los caminos más cortos, económicos, seguros y efectivos.
Administrar los recursos con los que efectivamente se cuenta.
Comunicarles ideas: a los colaboradores que deben desarrollarlas.
Motivar a los demás y conseguir que se involucren, sintiéndose protagonistas de logros y fracasos.
Desarrollar en las personas una motivación intrínseca que las impulse a alcanzar su mejor nivel.
Manejar conflictos, elaborando y diluyendo resentimientos personales.
Análisis – síntesis: como dos momentos de un proceso continuo.
Hacer seguimiento de procesos ya que la planificación inicial no garantiza el éxito.
Asumir riesgos y tomar decisiones.