lunes, 17 de marzo de 2008

Líder por naturaleza

Decir que una persona, por el hecho de tener facilidad para resolver problemas lógico–matemáticos (fuera de un contexto específico) es más inteligente que otra puede estar encubriendo una situación de discriminación. Pero justamente eso es lo que miden los tests de inteligencia que se aplican habitualmente.
Jorge Hambra, director de JOH Psicotecnia de la UBA, ejemplifica al respecto:

“Los parámetros de una cultura dominante como la occidental dicen que uno de sus ingenieros es más inteligente que un aborigen de África; sin embargo, es muy probable que si se lo pone a sobrevivir en las condiciones en que lo hace aquél, nuestro hombre no pueda lograrlo”.

Por eso ha ganado terreno la propuesta de trabajar con un concepto de inteligencia más adecuado al mundo actual, donde el éxito en el ámbito académico no predice necesariamente el mismo suceso en el mundo de los negocios. En tal sentido tiene bastante consenso la opinión de que la performance laboral de un individuo no puede deducirse de las calificaciones académicas que aparecen en los CV, por lo que éstos están siendo considerados cada día menos confiables para pronosticar los comportamientos concretos de las personas en el trabajo. Si bien las empresas no encuentran dificultades a la hora de pagar másters a sus recursos humanos estratégicos o contratar instructores, “lo que realmente les cuesta es conseguir gente que tenga actitudes gerenciales proactivas, comportamientos asertivos en la conducción de personas y en el manejo de conflictos”, dice Hambra.


No obstante, no basta con que sea sólo original y útil: una dimensión importante de la creatividad –en especial los esfuerzos que influyen en los demás y por los cuáles la gente se hace famosa- es el público.
El acto creativo tiene una dimensión social de importancia crucial.

Ser creativo significa que haces algo, que ante todo, es fuera de lo común, opina Howard Gardner, psicólogo evolutivo de la Universidad de Harvard. Pero también tiene bastante sentido, aunque se trate de algo poco acostumbrado, que los demás lo tomen en serio. Es decir, yo podría hablar estando cabeza abajo, y eso sería insólito pero, a menos que yo y otra gente encontráramos alguna utilidad a ese gesto, no podrían llamarme creativo por eso”.
“Sin embargo, si, digamos, en esa posición yo encontrara algún modo de transmitir el doble de información en la misma cantidad de tiempo y lograra que los otros la disfrutaran más, eso sería creativo. E incluso si fuera algo muy inusual, lograría popularidad porque es algo efectivo”.

En suma, la manera en que es recibido un esfuerzo creativo marca la diferencia. Sin embargo, puede argumentarse que una buena parte de la creatividad del mundo tiene lugar en forma anónima en momentos privados, solo por el mero placer que da, o por la alegría de utilizar el propio talento de maneras eficaces o hermosas. Un arreglo floral en la sala, un poema en un diario íntimo o un barco en escala construido con ingenio puede expresar creatividad y no contar nunca con más público que su creador.

Pero para acto de creatividad destinado a hacer un impacto más grande es necesario de que haya un público apropiado. En la física de alto nivel ese público consiste en unas docenas de pares científicos; en la pintura podría ser una cantidad variable de dueños de galerías de arte, críticos y aficionados al arte. Las opiniones de estos públicos cuentan mucho más en la evaluación de la creatividad que las de millones de otras personas que no poseen experiencia alguna en el campo en cuestión. Desde luego, esto no significa que los críticos sean el árbitro último de un acto de creatividad. Por ejemplo los críticos “sofisticados” de la época vituperaron a muchos de los más grandes pintores, incluidos Monet y Van Gogh.

En verdad, muchas de las personas más creativas del mundo han debido pasar años consagrados con afán a su trabajo en solitaria vigilia, acosados por personas que se oponían a ellas con actitudes negativas. Virtualmente ninguno de los grandes hombres y mujeres cuyo impulso creativo ha transformado la disciplina en que trabajaban conoció la aceptación de los demás desde el principio. La mayoría sufrió ataques, pero en el fondo de su corazón sabían que aún así iban por buen camino.

Los esfuerzos creativos que “prenden” en un ámbito dado deben resultar persuasivos para los demás. En opinión del profesor Dean Simonton, esta dimensión social torna la creatividad comparable al liderazgo:

“Un líder de éxito capaz de persuadir a la gente de que cambie sus ideas o su comportamiento.
Un creador de éxito es alguien que brinda a otras personas una manera diferente de ver el mundo”.

“Puede ser una manera diferente de sentir el mundo si se trata de creatividad en las artes, como en la poesía o en la pintura, o una manera diferente de entender el mundo si es en las ciencias –agrega Simonton-. Pero en cualquier caso la creatividad no es algo que esté por entero dentro del individuo; implica también alcanzar a otras personas. Es un hecho social, no sólo psicológico.

La creatividad no es algo que uno mantenga guardado en un armario; surge a la existencia durante el proceso de relacionarse con los demás.

No hay comentarios: